Erótica



La puse en el alféizar
de la ventana,
para que, si lo deseaba,
oteara el vecindario.
Muñeca de formas voluptuosas,
despechada por otras niñas,
porque, la muy osada,
pretendía relaciones con los hombres.
Miraba a mi chico,
vigilaba.
Cuando me tocaba,
en las noches,
ella copiaba...
Y deslizaba sus manitas regordetas
por sus labios y sus pechos.
Podía sentir sus ojos más abiertos
cuando él me desnudaba.
Y entreabría los labios
anhelante de lujuria
cuando nos besábamos.
Al resto, mi muñeca,
no les cuadraba.
Cuando cerraba la puerta,
estoy segura,
jugaba con su cuerpo
y lo investigaba.
Sé que se deleitaba
en ensoñaciones prohibidas
y se humedecía pensando en él.
El vaho empañando la ventana
me lo confirmaba.
He decidido preguntarle
si quiere que le traiga
un muñeco a su nivel,
al que desee y satisfaga
porque desconozco sus gustos
y no quisiera defraudarla.
Tiene derecho a amar
y que la abracen por la espalda.



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