Abrazos perdidos
Escondo mis manos al encuentro,
son aspas de molino,
quietas en lugares no ventosos.
El roce de tu piel me envenena
y despierta de letargos invernales
tan lejos en el tiempo
que ya no recuerdo,
cuando hubo calor
en vez de hielo.
Calores que encienden afectos
que trato de ocultarme.
Y cuando un niño
rompe mis esquemas,
abraza mi índice
y se aferra a mí...
se me estallan los cristales
de mi férrea coraza
sin reservas.
Vuelve el color a mis pálidas mejillas
como después de copa de vino.
Y se turban todas mis aguas calmas,
en terrible torbellino.
Frío gélido del alma corre triste
al párpado contenido que sujeta
mis lágrimas aterido.
Siento que Vida corre a mis venas alocada...
siento cuánto he reprimido.
Madre, que no te abrazo;
padre, tanto te he querido.
Y los amigos que pasaron,
y los que después han venido:
os debo tantos abrazos
que me he tragado,
sin yo pedirlo...
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