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Como una imagen vale más que mil palabras, aquí están los lugares donde vendo mi libro.

Azares

Quise buscar en el Azar, pliegues predeterminados y señales. Quise encontrar en tu nombre, cábalas, figuras y retruécanos propios. Azares que me dieran la respuesta, de cómo surcar tus mares. Quiso Fortuna loca avisarme del precipicio, y traté de ignorar las señales: el borbotón de ensordecedor sonido que precedía a la cascada; las gotas rubicundas de aguas que salpicaban mi cara; los alborotados pájaros que sobrevolaban mi testa inundada de melaza. Quise intuir en nubes las formas que prevenían el terrible caos que se avecinaba. El buey que en estrofas sus pezuñas zarceaba, arrojando a lo lejos del camino, el barro rojizo que levantaba. El hombre herido que huía y yo escapaba de mi misma a brazadas. Y quería encontrar respuestas en las runas y en las hadas, en gentiles tiradas de cartas, donde no se hallaban. Y quería hacer mágico y grandioso como retazo de película bien planificada,

Granitos de arena

Por más que la mañana se oscurezca en eclipse y torture el tiempo nuestras almas lanzará fragancias y aromas tu piel y las flores y la vida exaltará su calor y te acogerá. Con el tiempo aprendí a no juzgar, a querer saber porqué es como es el que está frente a mi. A saber que mi yo busca unas cosas y el tuyo otras. Que juntos somos más humanos aunque entendernos no podamos Con el tiempo supe de tus penurias y no sé si lo hubiera hecho mejor. El juzgarte por tus dioses o tus ropas no es mi labor: hay un poder más allá incluso de Dios que nos hace ser uno, pertenecer a un todo, querer hacer un mundo mejor empezando desde un pequeño escalón y subir más allá de galaxias montados en nuestro granito de arena.

BOCA

Boca: me das todo, me das el beso, me das su voz me das aire, me das aliento. Boca: me alimentas me sellas me abates me expresas. Boca: recibes tomas, hablas, callas. Boca,: pábulo de vida de palabras. Boca, boca, boca.

Entre dos muros de piel

Entre dos muros de piel... la tuya y la mía... se han quedado agazapados, nuestros sentimientos. Allí, quedamente ocultos, en secreto, sin decirse ni expresarse. Mas quieren saltar, sin pensar, por nuestros ojos. De mirada a mirada, como hilos de cobre cargados de energías sutiles, que se esconden, salen sin programar nada entre dos muros de piel... Luchando internamente, para negar y encerrar lo que pugna por salir... entre dos muros de piel...

Claveles

Claveles colgando de tu ventana, claveles ensortijados al pasado de la madre de mi madre... Esa fragancia entreverada de dulce y pañuelos de naftalina... que me evoca un pasado que ya dejó de crepitar como cenizas de vetustas ascuas. La escudilla en el centro y las manos robustas del abuelo hincando en cada bocado un racimo de fuerza en silencio. Las humildes patatas con chorizo humeando en el plato, y, de fondo, la radio compañera. Mi altura, muy pequeña, los recuerdos, tan grandes. La mesa, no recuerdo si azul o verde, al frente. Y los adioses y las muertes que segaron los recuerdos que hoy regresan. Ayer volvieron los claveles a mi, en mi cumpleaños, y solo un día antes de otro año habías dejado el mundo y, en herencia, a tus hijas los claveles de tus manos.

Azahar

Un estremecimiento me recorre cuando la delicadeza de tus dedos se posa en mi nuca y se desliza, tan despacio y tan cadente que puedo sentir las líneas de las huellas de tus manos. El calor de dos cuerpos que, empezaron fríos a querer acercarse y generan energía solo al roce, como una dinamo de fricción. Tu mano posada en mi vientre y la respiración entrecortada al unísono. La interrogante de a dónde irán tus labios en su próxima parada... La humedad envolviéndolo todo... Puedo oler tu cuerpo, puedo sentir el azahar de tus campos y mis tierras... llamándose desde el universo queriendo ser uno. El perfume hecho carne, embriagando de gotas de almíbar. La miel que brota de tus entrañas y despierta mis yermos campos a la primavera, y destila del naranjo amargo la más dulce de las esencias.

Erótica

La puse en el alféizar de la ventana, para que, si lo deseaba, oteara el vecindario. Muñeca de formas voluptuosas, despechada por otras niñas, porque, la muy osada, pretendía relaciones con los hombres. Miraba a mi chico, vigilaba. Cuando me tocaba, en las noches, ella copiaba... Y deslizaba sus manitas regordetas por sus labios y sus pechos. Podía sentir sus ojos más abiertos cuando él me desnudaba. Y entreabría los labios anhelante de lujuria cuando nos besábamos. Al resto, mi muñeca, no les cuadraba. Cuando cerraba la puerta, estoy segura, jugaba con su cuerpo y lo investigaba. Sé que se deleitaba en ensoñaciones prohibidas y se humedecía pensando en él. El vaho empañando la ventana me lo confirmaba. He decidido preguntarle si quiere que le traiga un muñeco a su nivel, al que desee y satisfaga porque desconozco sus gustos y no quisiera defraudarla. Tiene derecho a amar y que la abracen

Agarrar a la muerte de la mano

Hoy he agarrado a la muerte de los dedos y he cruzado la frontera del silencio. La ausencia de vida de tus ojos pendía como una promesa y sosteniendo tu cabeza que caía he sentido lo frágil de la vida. Me he jurado entre dientes que no dejaré escapar un segundo. Me he jurado que no habrá más sinsentidos en mi vida... y sé que me miento... que volveré a huir de lo que siento. Que cerraré de nuevo puertas y dejaré que el miedo se apodere. Pero, hoy, amigo, he visto la muerte. He podido oler el vacío y sentir la nada. Hoy, amigo, he tenido miedo de verdad y me he jurado, que no pasará un día sin que te confiese qué es lo que siento... y sé que me miento.

Muñequita

Muñequita de trapo, voy a vestirte de fiesta, para que conquistes al príncipe. Ven, mete la manga, ¿no sabes? Yo te ayudo. La falda es muy corta, ¿le gustará al príncipe? Ven, muñequita, voy a limpiar la sangre, y a curar heridas que te hizo el hombre malo. No llores muñequita, que le gustarás al príncipe. No lo cuentes a nadie, solo es sangre bajo la tripita. No le cuentes nada a mamá, se enfadará y te dirá “¡mentirosa!”. Ven, muñequita, te arrancaré el vestido, y te pondré andrajos y la cara fea, llena de pintarrajos... te cortaré el cabello, y quitaré los lazos y así, ni el príncipe, ni el hombre malo, te harán más daño.

Otro yo en paralelo

No espero a nadie, que me venga a salvar, ni que se adueñe de mis tiempos. No quiero un hombre que me mande, ni que sepa qué pretendo. No quiero compresiones ni caricias en mis lamentos. Quiero ser contigo otro yo en paralelo. Divergente, ausente, unida, fuerte. Quiero partes compartidas, no amores pegajosos. No necesito tu presencia a todas horas, ni que controles mis devaneos. Que falles, que rebrotes, que me quieras y compartas tus anhelos. Te acompaño, si deseo, me voy sola si lo quiero. Sin reproches sin enfados sin órdenes. No somos ejército. Solo quiero... otro ser en paralelo.

Mares

Mares mil de azules impíos, donde derramo mi vista y dejo cuitas y quebrantos... Allí donde se pierde el infinito y carece de sentido el tiempo... Arenas de ocres colores armadas de años cambian al día, y desparraman nuestra conciencia.

Vísteme

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Vísteme sin telas,  con los ropajes que acontezcan,  vísteme de sueños,  de nobleza.  Aturde y sacude toda forma pre-establecida,  formada,  obligada. Quítame los adornos,  el tinte del cabello,  los perfumes y aderezos. El maquillaje,  los espurios labios,  el ejecutado tocado. Quítamelo todo y, déjame,  desnuda,  tendida sobre la cama,  contémplame, soy yo,  sin atrezo. Y vísteme con tus labios,  sacude mi vida,  no dejes tiempo al pensamiento. Ser un ser sin nada, ni hoy ni ayer ni mañana.

Tristeza

Tristeza: te apoderas de mi ser lo combates y derrotas, pones freno a mi ilusión y agotas mis sentidos. Has vuelto todo del revés y privado de sentido el abrir de mis ojos... has teñido de crueles grises lo que tenía color. Has derrotado a mi batalla por ver la primavera. Se ha alejado del sendero palpitante y nuevo lo que preveía tan hermoso. Has crujido mis huesos con dolores. Y las almas partes como palillos en las manos. Has helado mis manos, has congelado mi sangre bermellón... Tristeza agarraste mis cuerdas vocales para no emitir sonido... y la furia que nacía se diluyó como bolitas de enebro presionadas con mis dedos. Has gastado como por encanto, toda fuerza y energía. Soy batida en retirada, soy pieza de caza abatida, yerma en carros suspendida cuelga mi cabeza hacia fuera y, aún, entrecerrados los ojos, ven los últimos recodos del camino, que se desvanece entre mis postr

Se me quiebra el mundo

Se me quiebran las lágrimas de tanto guardarlas,  se me quiebra el mundo  de tanto sujetarlo,  con "debo" y "tengo"... Se me apaga el día,  con luceros del alba,  que no aclaran.  Se me escapan gritos indómitos de dolor punzante en las entrañas.  Y, luego,  pausadamente,  vuelvo a atar mi desenfreno con púas y varas,  y a volver a ser,  la dócil, la callada... Y se muere un poco más mi alma..

Niña

Me sonrojo como niña, no solo no perdí inocencia sino que aún temo más, desvelarte lo que siento. Me sonrojo y me desvelo como adolescente atrapada en sueños de deseos que no encuentran salida. Me tiembla la voz , al verte, y un ardiente escalofrío recorre todo el cuerpo. Me siento débil, pequeña cuando ignoro qué piensas y si tus ojos me miran como te miran los míos. Busco excusas para verte, tontas y pueriles, yo las creo. Huyo y me retracto y luego avanzo enloquecida cual Bacante en fiera fiesta. Doy atrás tres pasos y la audacia avanza cuatro, si contestas, me estremezco, si no, desfallezco. Gimo y suspiro a solas, terriblemente acobardada. Ni sé qué decirte, se me atoran las palabras. ¡Qué vida hay en mi alma! ¡qué pecado prohibido me acecha! ¡qué dulce locura en la que caer!

No me dejes...

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Se me va la arena del reloj, se me escapa, han puesto fecha de caducidad a nuestras vidas, y no lo sabemos. La eternidad se nos va, en absurdos quehaceres y devaneos. Y, mientras esperamos, que algo ocurra, nada sucede. No me dejes: que no se escape el tiempo que nos queda. Quiero vivir como si no hubiera un mañana. Y que me atrape el sueño de que soy algo en tu alma. No estoy muerta, hay un latido dentro de mi, que no se acaba.

¿Dónde se fue la lozanía?

¿Quién ha privado de su lozanía la rosa que ayer fragaba su aroma? ¿Quién ha secado tu rostro con arrugas y muecas enjutas? ¿Quién robó el rubor de tus mejillas que antes saltaban por meras miradas? ¿Quién dejó yermo el cauce de un río donde antes saltaban los peces? ¿Quién, en su locura indómita, ha dejado correr las cosas y las perece? Es el tiempo, traidor que se escurre, como arena de reloj. No importa cuánto entiendas que se va, no importa, cuánto intentes atraparlo, devorarlo. Continúa inexorable su paseo por veredas ignotas y verdes prados. Subes a lo alto de la noche a contemplar cuan pequeño eres, y preguntas a cada estrella qué sentido tiene todo. Se resquebrajan las dudas, cuando entiendes que nada importa, y al mismo tiempo, cuánto significa cada instante. Es el tiempo, taimado amante. que no perdona a nadie.

Objetos trampa

Terribles objetos que cierran posibilidades: la puerta que se cerró detrás de mi, sin haberte hablado alejándome de tu lado parecía imposible de volverse a abrir. Atrapados en las sillas, tú y yo sin poder acercarnos. Malditos objetos trampa. La mesa que se interpone. La distancia, pensada, de nuestros pies, nos separa. Sillas fijadas con tornillos que nos anclan a posiciones inamovibles de donde no poder huir. Si quiero acercarme, no puedo, si huir, tampoco.

¡Alza el vuelo!

Mujer que te crees débil,  levanta el vuelo,  mujer que te dejas:  aconsejar,  atosigar,  violentar. ¡Levanta el brazo!  ¡Tú puedes! Para a tu oponente.  No eres tan débil,  solo te lo crees.  No estás sola,  somos miles,  miriadas,  las que lloramos en soledad, las que amamos desconsoladas.  Las que apoyamos nuestras almas en otras amigas mujeres maltrechas.  No sabemos aún que es ser mujer,  nos construimos a paladas de arena fina y torpes moldes que resquebrajamos a golpes.  No somos pechos,  ni tacones,  ni vaginas sobadas,  somos algo más,  sentimiento, fuerza,  coraje.  No somos válvulas de escape,  ni plañideras,  ni escobas recogedoras,  somos mucho más,  somos la madre,  somos la amiga,  la que nos abraza a nosotras mismas cuando todo cae.  Por eso, mujer,  que por tan poco te tienes,  ¡alza el vuelo!  ¡Tú puedes! No eres una,  somos bandada. 

Versos confusos

Lee mis versos confusos, escritos con mano temblorosa, y déjate llevar a mi mundo de universos creados. Quiero acariciar con verbos, la espalda que mi mano no atreve. Quiero expeler de tu alma el suspiro que mi corazón pretende. Déjame soñar con húmedos besos y que mi corazón galope con imaginarios roces. Busco el recuerdo de tus ojos, mirándome, y se diluye... difuminado en el recuerdo. Déjame abrasar mi alma en mis lúcidos sueños . Déjame tocar un poco de tu ser, con mis níveos vocablos, pues mis pensamientos son turbios, y no los mereces. Que van de tu boca a tu pecho, que gimen oscuros, languideciendo de perversos deseos. Que lo que te parece honesto, no es sino taimado anhelo encubierto. Que mirarte te miro y desnudo te sueño.

Abrazos perdidos

Escondo mis manos al encuentro,  son aspas de molino,  quietas en lugares no ventosos. El roce de tu piel me envenena y despierta de letargos invernales tan lejos en el tiempo que ya no recuerdo,  cuando hubo calor  en vez de hielo. Calores que encienden afectos que trato de ocultarme. Y cuando un niño  rompe mis esquemas,  abraza mi índice y se aferra a mí... se me estallan los cristales de mi férrea coraza sin reservas. Vuelve el color a mis pálidas mejillas como después de copa de vino.  Y se turban todas mis aguas calmas,  en terrible torbellino. Frío gélido del alma corre triste al párpado contenido que sujeta mis lágrimas aterido. Siento que Vida corre a mis venas alocada... siento cuánto he reprimido. Madre, que no te abrazo; padre, tanto te he querido. Y los amigos que pasaron,  y los que después han venido: os debo tantos abrazos que me he tragado, sin yo pedirlo...