Un rostro suavizado por los desfallecimientos de la vida, doblegado por dolores que se convirtieron en ternura, en vez de ira. Sin resquemores, sin miedos, valiente como la quilla de sirena de un barco vikingo. Donde había trazos de arañazos violentos, puso gel de rosas con cuidado; donde brotaban miradas áridas y ascuas encendidas, prendió ternura por doquier. Aprendió la más ínclita de las lecciones: convertirse en Midas para los otros.
Por la herida entra la luz
Por la herida que tengo entra el aire y corre la sangre. Por los golpes y bandazos, me he revelado y fortalecido. Por las imposiciones, aprendí que nada es cierto. A base de prejuicios, quebré todas las reglas. Lo que me impidió, me hizo buscar otro camino. Lo que me negaron, más arduo lo luché. Por la cicatriz soldada amo hoy más las caricias. Por aquellos páramos oscuros, ahora siempre busco la luz. Que no entendía antes de ayer que el dolor nos convenía. Que no podía ver, que de lluvia se hace un arcoiris.
Comentarios
Publicar un comentario