Vejentuz
Vejentuz se apoderó de mis huesos,
de mi espejo irisado,
devolviéndome
la faz de un ser encanecido.
Vejentuz se hizo dueña de mis pasos
enlentenciéndolos.
Crujieron los albores del pasado,
volaron
muertos los recuerdos,
soy presa de mi olvido.
Mis uñas arañan
parcas esquinas
que me afirman y aseguran sobre el suelo.
Reviso
las fotos llenas de desconocidos,
las sonrisas suspendidas en los
fotogramas.
Vejetuz es ahora mi señora.
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